Jordi Sabater Pi, etólogo descubridor de 'Copito de nieve'
Jordi Sabater fue un hombre sencillo, rigurosísimo estudioso y uno de los últimos naturalistas de la "vieja escuela": sus bocetos y dibujos de personas, paisajes, flora y fauna de África suman más de 2.000 trabajos. En una entrevista en prensa, su hijo Oriol subraya una frase de su padre, decidora de su capacidad de observación y conservación: "Si observas, conoces; si conoces, amas, y si amas, proteges".
Comenzó su acercamiento a África en Guinea, a los 17 años de edad, donde trabajó en una finca agrícola. Allí conoció la cultura local, aprendió la lengua fang y realizó su primer trabajo científico retratando los tatuajes de los locales. A los 36 años, sin estudios universitarios, pero si con una gran cultura y una pasión científica insuperable, comienza a trabajar en el centro de fauna Ikunde. Allí observa a los chimpancés y hace su primer gran aporte a la zoología: la cultura no es exclusiva de los humanos. En sus estudios observacionales ve a los chimpancés utilizando herramientas y transmitiendo sus conocimientos de generación en generación.
Con 40 años llegó a la universidad y acabó siendo catedrático emérito. Trabajó en Ruanda con Diane Fossey, una de las tres "damas de los primates" estudiando a los gorilas de montaña, siempre dedicado también a retratarlos en papel. A los 44 años tiene un encuentro que lo marcó el resto de su vida: en Guinea, un hombre se acerca al centro Ikunde con la cría de una gorila muerta en la selva metido en un saco. El gorila, albino de nacimiento, fue rescatado y protegido en el centro y posteriormente trasladado al zoo de Barcelona: era "Copito de Nieve",