En la actualidad no hay muchos diseñadores que trabajen en el negocio fúnebre pensando en formas más creativas para dejar este mundo.
Pero en toda regla hay una excepción, y este es el caso del diseñador catalán Gerard Moline, quien combinó la noción romántica de la vida después de la muerte con una solución ecológica para evitar los daños al medio ambiente, que conlleva el uso de los químicos para embalsamar, las tumbas de cemento y los ataúdes que no son biodegradables.
Enlazando la muerte con el ciclo de renovación de la naturaleza
Bios Urn, ideada por Moline, es una urna biodegradable fabricada a partir de cáscara de coco, celulosa y abono, que en su interior contiene la semilla de un árbol. Una vez que las cenizas son colocadas en la urna, ésta puede ser plantada en el lugar escogido por los familiares para que la semilla germine y comience su proceso de crecimiento.
Lo más interesante de este nuevo tipo de urna es que se pude elegir el tipo de planta en la que te quieres convertir, dependiendo del lugar en el que quieras que sea plantada.
Un árbol, un homenaje
Lo brillante de la invención de esta urna es que, además de ser acorde con el medio ambiente, el árbol va creciendo a medida que se transita por el luto, y ver la evolución de la vida a partir de la muerte es algo que reconforta y ayuda a las personas a pasar por ese duro momento. Podemos así homenajear a los seres queridos y nosotros mismos tenerla en cuenta un día para seguir formando parte de este mundo desde otro lugar.