El videojuego creado por psiquiatras, en Nueva Zelanda muestra un mundo imaginario donde un joven asume un papel positivo y salva al mundo de la desesperación. Se trata del juego SPARX, que pone en escena un mundo imaginario en el que un joven salva al mundo de la desesperación. En lugar de alentar a destruir por puro placer, busca enseñar a los adolescentes a enfrentar la depresión sobre la base de un método terapéutico comportamental y cognitivo. En el mundo imaginario de SPARX, el jugador se pone en la piel de un avatar que destruye los pensamientos negativos con bolas de fuego, para salvar al mundo de la desesperación y el pesimismo.
Cada pantalla es como una sesión con el psicólogo. El videojuego cuenta con siete niveles de unos 40 minutos cada uno, una duración similar a las consultas tradicionales con un paciente, y se dirige a los adolescentes de entre 13 y 17 años. El jugador, ayudado por un guía, evoluciona a lo largo de los diferentes niveles, que le aportan claves para gestionar mejor la ira, resolver sus problemas o aprender a relajarse con ejercicios de respiración.
El periodo de creación duró 14 meses, apoyándose en los deseos de un grupo de adolescentes. Sin embargo, fue necesario limitar sus demandas de combates sangrientos y de disparos gratuitos. Un informe del British Medical Journal muestra que este juego de video es tan eficaz para luchar contra la apatía como las consultas cara a cara con un psicoterapeuta. Al mismo tiempo sus creadores quisieron disponer de una herramienta lúdica y cautivante capaz de captar a pacientes a menudo reticentes a pedir consejo o renuentes a las recomendaciones de los adultos.