Este fondo de inversión se creó hace cuatro años, aunque en este momento se plantean serias dudas sobre su moralidad.
El funcionamiento del producto es, teóricamente, muy simple. Las personas que se utilizan de referencia cuentan con una edad comprendida entre los 70 y los 90 años, y tienen suscrito un seguro. Mediante sus historias clínicas, análisis médicos, unas tablas estadísticas y un modelo informático se determinan las expectativas de vida y la fecha prevista del fallecimiento. Si la muerte del “asegurado” se produce después de la fecha prevista, la que gana es la compañía de seguros y el banco -la compañía aseguradora actúa como socio de la entidad financiera-, pero si es antes, el que gana es el fondo, y en consecuencia el inversor, con unos porcentajes de interés que dependen de la desviación sobre la fecha del fallecimiento.
El producto en cuestión ya ha sido denunciado ante la oficina del defensor del usuario de la banca alemán (DBD) -una asociación a la que desde hace varios años ya no pertenece la entidad financiera que comercializa el fondo-, al considerarse que podría constituir un atentado contra la dignidad humana.
Además se trata de un producto muy complejo, y el folleto que recoge las condiciones del fondo tiene alrededor de 200 páginas, en las que se establecen las condiciones y las relaciones del inversor, lo que da una idea de la complejidad.