En China, tras la celebración fúnebre, se reparten dulces entre los asistentes, como símbolo de que la muerte no es el punto final de la existencia. Para recordar el aniversario de un fallecimiento, se dejan frutas ante la imagen del difunto y se encienden velas, saludando con tres inclinaciones de la cabeza antes de rezar por el difunto. No se adora al difunto ni se cree que se da de comer a los difuntos para que no se conviertan en fantasmas o traigan mala suerte, como piensan bastantes en China. Las frutas en una familia católica china indican cariño y recuerdo del difunto en la vida de la familia, como un detalle de que no se les olvida.
Las inclinaciones de cabeza se permiten ya que es práctica eomún en China saludar a otros con respeto, especialmente a los que son mayores en edad que uno, con una sola inclinación de la cabeza. Las velas animan la oración por los difuntos, que en familias católicas se hace con oraciones de la Iglesia. Se concluye la oración con tres inclinaciones de cabeza de nuevo, otra muestra de respeto, como una despedida.
Persiste la creencia en China que cuanto más alto se entierra a alguien, mejor para ellos en la siguiente vida. Por eso tradicionalmente cada familia tiene una colina en la que entierran a sus antepasados. Una vez al año, toda la familia se reúne en esa colina o montaña para venerar a los difuntos.
Loa ataúdes colgantes de China son atracciones turísticas, el más conocido está en la montaña Wuyi, siento todo un mieterio como se metieron los ataúdes en cavernas cuya altura difitculta el acceso.
Existe la creencia de que que si no reciben un funeral debido, se convertirán en fantasmas que traerán mala suerte a la familia. Por eso hasta las familias más pobres dedicaban todos sus ahorros a gastos funerarios, que incluye quemar billetes para la siguiente vida de los difuntos.
En la actualidad, las regulaciones funerarias de China favorecen la cremación, en un país donde fallecen alrededor de 8 millones de personas al año.