El pasado año se contabilizaron 3.429 muertes por suicidio. Aunque se trata de una cifra similar a la de años anteriores en esta ocasión destaca más porque han bajado las muertes por accidentes en carretera, lo que es un aspecto positivo, aunque haya dejado al descubierto este detalle. Su frecuencia ha aumentado un 60% en el último medio siglo, y ya son varios los estudiosos que señalan un incremento propiciado por la crisis económica, si bien la mayoría de los expertos coincide en que aún no existe la suficiente perspectiva para corroborarlo.
De cada 10 muertes, 8 de ellas pertenecen al género masculino, son más los hombres que optan por esta opción. A el suicidio le siguen las muertes por enfermedades del sistema circulatorio, como ataques al corazón, y ocupan el 31´2% del total de muertes en nuestro país. Tumores con un 27´3 % y enfermedades de tipo respiratorio debido en casi todos los casos a cáncer de pulmón o afecciones derivadas de fumar, ocupan el 11´2% de las muertes en España, siendo estos tres tipos de causas los que copan el ranking de tipos de muertes.
Los estudios detectan dos picos en las cifras por suicidio: la adolescencia y la vejez. “Los ancianos son el principal grupo de riesgo, por varios factores, como la pérdida de poder adquisitivo que va aparejada a la jubilación”, y además está la inversión de la pirámide poblacional: cada vez hay más ancianos, una esperanza de vida mayor, y por tanto más enfermedades crónicas, problemas familiares, la pérdida de la pareja…”. Para los adolescentes, por su parte, el fracaso escolar, un desengaño amoroso, el divorcio de los padres o conductas de imitación pueden convertirse en desencadenantes de la muerte voluntaria.
En el 90-95% de los casos existe algún tipo de trastorno psiquiátrico, la mayor parte de las veces, una depresión. De ahí la importancia de la atención y detección temprana. “El 5% restante obedece a un factor existencial que hace que la persona en cuestión vea en el suicidio la única manera de poner fin a sus problemas”, según el sociólogo y periodista Juan Carlos Pérez. Los antecedentes familiares, padecer una enfermedad crónica que cursa con dolor, conductas adictivas (como el alcoholismo), acontecimientos vitales que suponen pérdidas afectivas, el aislamiento y el hecho de haber tenido alguna vez pensamientos suicidas son otros factores de riesgo.