Esta enfermedad, que produce innumerables reacciones molestas, sobre todo en las extremidades inferiores, pone en jaque la salud y calidad de vida de los afectados. Por esta razón, es tan importante su diagnóstico y tratamiento inmediato, así como la incorporación de hábitos saludables que ayuden a controlar síntomas.
Las molestias suelen reducirse si se mueven las piernas, por eso la mayoría de los afectados optan por caminar –de ahí que también se conozca a los afectados como andadores nocturnos–. Pero estos síntomas, en grado moderado o severo, conllevan dificultad para conciliar y mantener el sueño, lo que deriva en un agotamiento, dificultad de atención y alteraciones en el estado de ánimo.
Se calcula que este problema afecta a un 10 o 15% de la población mundial de entre 18 y 65 años. En concreto, siete de cada diez afectados son mujeres blancas, con historial familiar de síndrome de piernas inquietas y con antecedentes previos de diabetes, ferropenia, artritis reumatoide o insuficiencia renal.
Aliviar sus síntomas dependerá de la causa que lo genera. El médico también puede recetar fármacos para reducir molestias y será de importancia tener unos buenos hábitos de sueño y evitar el café, el alcohol y el tabaco, así como practicar el ejercicio de forma moderada y llevar una alimentación equilibrada.