En la Grecia Antigua, un funeral era mucho más complejo que un enterramiento o una cremación del cuerpo. Se llevaban a cabo unos ritos que tenían la propiedad de ayudar al alma muerta en su tránsito del mundo de los vivos al mundo de los muertos.
Del perfecto cumplimiento del ritual dependería la salvación del individuo, es decir, el alma no vagaría en una eterna angustia. El rito era un eslabón tan importante como el nacimiento, el matrimonio, porque los griegos consideraba la muerte un nuevo status. Entre la separación del cuerpo (soma) y la incorporación al Hades, el alma permanecía en un periodo neutral, es decir, no formaba parte del mundo de los vivos ni del mundo de los muertos. Era muy común entre los griegos un cierto tiempo de demora a la hora de completar el rito, porque no podían aceptar que el alma de un ser querido se dirigiera al Hades inmediatamente.
Los griegos establecían diferentes categorías entre los muertos para distinguir a las personas según su posición social: suicidas, niños, jóvenes y esclavos a menudos se enterraban, casi nunca se incineraban. Sólo las personas con una posición económica apropiada eran incineradas. En general, los suicidas no recibían ningún tipo de honores. En la Grecia de Platón, por ejemplo, permitía el enterramiento de los suicidas pero en tierras alejadas del mundo civilizado.
Si los niños y adolescentes, en general, eran considerados personas que no participaban un papel completo en la sociedad, para los esclavos tenían un protagonismo secundario a la hora de su muerte. Es cierto, sobre todo en Atenas, que el amo tenía la obligación de hacerse cargo del cadáver de su esclavo muerto, pero se ignora de sus ritos funerarios.
Se sabe que los niños, adolescentes y personas con una muerte prematura tenían una condición especial. Se pensaba que vagaban como fantasmas ocupando un lugar inferior en la vida ultraterrena. Así se desprende, en el caso de las almas de los niños, del mito sobre Gelo de Lesbos, que se creía que ésta había muerto durante la infancia y se había convertido en un fantasma que asustaba a los niños.