La necrópolis de Tarragona, el complejo funerario de la época tardoromana más importante del Mediterráneo Occidental, ha reabierto sus puertas este sábado, tras haber permanecido cerrada al público desde 1992.
Declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 2000, está ubicada en lo que un día fue una extensa zona suburbial de la antigua Tarraco, donde coexistían edificaciones residenciales, talleres y entierros.
Está necrópolis paelocristiana abarca restos romanos de un periodo muy extenso de tiempo, desde el siglo I a. C. hasta el siglo VII d. C. En el área del cementerio se han localizado unas 2.051 inhumaciones que abarcan desde el siglo III d. C. hasta el periodo visigodo.
Los restos fueron depositados en ataúdes de madera, humildes losas, ánforas o sarcófagos de mármol, plomo y piedra e incluso mausoleos, dependiendo de la clase social a la que pertenecían. También se celebraron entierros colectivos en el lugar. Se baraja la hipótesis de que los restos podrían encontrarse ubicados tanto en el interior como en el exterior de una basílica.
La necrópolis fue descubierta en 1923, durante la construcción de una factoría de la Compañía de Tabacos en la orilla de río.
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