Se celebra en verano, entre el 13 y 15 de julio, o el 13 y 15 de agosto, según se tome en cuenta el calendario antiguo o moderno. Durante esos tres días, la comunidad en su conjunto celebra la reunión con las almas de los muertos, que deben viajar desde donde se encuentren hasta la casa donde se guarda su memoria. Por esta razón, es importante en Japón tener descendientes: un alma sin nadie que cuide de su memoria puede convertirse en una presencia maléfica y destructiva para la comunidad. En Japón hay una larga tradición literaria alrededor de estas almas en pena. Pero, además de tener descendientes que se encarguen de los ritos funerarios, éstos deben ser ejecutados de manera correcta. De lo que se trata, en definitiva, es de mantener en paz las almas de los muertos.
Durante esos días la gente limpia sus casas, las tumbas de sus ancestros, colocan flores y derraman agua sobre ellas en una ceremonia denominada “haka mairi” y preparan los altares o “butsudan” para agasajar y rendir tributo a los espíritus de sus familias
Según la tradición, la luz es el elemento que utilizan para guiar el camino de los espíritus para su seguro regreso a casa. Un elemento fundamental e muy importante, es la colocación bien en los interiores y exteriores de las casas de farolillos o linternas de papel llamadas “chouchin”; en otras regiones de Japón se utilizan antorchas Estas antorchas, hogueras y encendido de las linternas se denominan “mukaebi” (fuego de bienvenida o saludo). En algunos cementerios de Japón se encienden velas dentro de las lámparas de piedra que hay alrededor, y se colocan papeles caligrafiados en cada lámpara (para evitar que se apague la vela) dando la bienvenida a los ancestros.
Una espectacular y bonita costumbre en la última noche del “obon”, es el llamado “toro nagashi”, en donde la gente envía a los espíritus antepasados con una linterna de papel, iluminada por una luz en el interior y flotando en un río o en el mar; esta costumbre consiste en hacer barcos de papel, con una vela dentro, que es encendida justo antes de ponerlos a flote sobre la corriente de un río o en el mar, para que se lo lleva lentamente, simbolizando una guía que ayuda a los espíritus a volver al otro mundo.