Cuando un bebé Toraja muere , se hace un hueco en un arbol de un bosque cercano al poblado y se coloca allí, en postura vertical ,el pequeño cadáver. En el hueco se introducen huevos a modo de ofrendas. En un mismo árbol puede haber varios enterramientos. Son enterrados así los “niños sin dientes”; esta expresión alude al hecho, común en muchas sociedades , de que la dentición es un hito en el desarrollo del bebé y se marca con un ritual de paso, y que han quedado en un estatus que corresponde simbólicamente a un estado prenatal ,y por tanto su cadáver recibe un tratamiento específico.
Se considera que el cadáver aporta energía a la tierra y de alguna manera la inhumación puede considerarse una ofrenda ,una devolución y una manera conservar la energía vital que fluye en el ciclo de la vida y la muerte que hace que todo se esté creando ,destruyendo y volviendo a crear eternamente.
En el caso concreto del “enterramiento “ en los árboles, éstos no son parte del “cuerpo “de la tierra , sino que en sí mismos son una imagen del cosmos que se renueva de forma periódica ,de manera que el bebé difunto introducido en un árbol se coloca en un centro de regeneración , de vida.