Muchas culturas durante la historia han aceptado la idea de
la reencarnación. Estas culturas han creído que hay algo más allá de la muerte,
es decir, piensan que la vida no acaba en el momento de la muerte.
En todas las culturas hay un punto en común, los seres
humanos abandonan la vida para retornar de nuevo a este mundo; sólo cambia el
aspecto, el alma seguirá siendo la misma.
En la Antigua Grecia
Los griegos de la Antiguedad creían en la reencarnación. El
filósofo Pitágoras (572 – 479 a.C), por ejemplo, afirmaba que si no existiera
la reencarnación la vida desaparecería en su totalidad del universo. De esta
forma Pitágoras podía explicar la gran cantidad de seres vivos en el mundo.
En el Antiguo Egipto
Los egipcios pensaban que la reencarnación estaba destinada
solo para grandes almas, como las de los faraones. Para que el alma de los
faraones pudiera reencarnar los egipcios prepararon “El Libro de los Muertos”,
que describía los pasajes y obstáculos que debía atravesar el alma después de
la muerte para tener éxito.
En la India antigua
Para los antiguos hindúes hay dos tipos de “yo”: un “yo
inferior”, que desaparece con el cuerpo y el “yo superior”, que sobrevive.
“El primer yo” está formado por nuestra personalidad y, al
momento de la muerte, se desintegra en chispas. Estas chispas se fusionan con
otras para formar una nueva personalidad y esta personalidad se une con
cualquier “yo superior”, para formar un nuevo ser.
Si la nueva unión es algo perfecto las personas se
reencarnan en algunos de los animales adorados en India, que cuentan con sus
propios templos.
En el África Subsahariana
En cambio, algunas tribus africanas consideraban que los
seres humanos se reencarnaban únicamente en otros humanos. Por esta razón, los
miembros de la tribu tenían la obligación de casarse y tener descendencia. De
esta forma, los espíritus de los difuntos de la tribu tendrían nuevos cuerpos
disponibles para regresar a la vida.
Aborígenes americanos
Los “Tlingits” de Alaska piensan que, al nacer un niño, se
debe constatar qué fue en su vida anterior para que reciba toda la gloria de
esa vida. Si no se consigue este propósito, creen que se le niega su derecho a
ser enaltecido por los méritos acumulados en otras reencarnaciones.
Los esquimales de Canadá piensan que los niños tienen dotes
proféticas y solo necesitan recordar las experiencias de sus vidas pasadas. A
sus ojos, en realidad son adultos que están empezando una nueva vida.