Muchos de los cementerios londinenses datan del inicio de la era victoriana y aún conservan la melancólica belleza asociada con los tiempos de Charles Dickens.
En aquella época había poco espacio nuevo disponible para el rápido incremento de población, y a comienzos de la década de 1830 las autoridades de la ciudad constataron que, por motivos de salud pública, había que hacer algo. Así, en los nueve años siguientes vieron la luz siete nuevos cementerios: Kensal Green, Norwood, Highgate, Nunhead, Brompton, Abney Park y Tower Hamlets.
El cementerio de Highgate es el camposanto más espectacular de los antiguos grandes cementerios londinenses. Apodados “los siete magníficos”, datan de la primera mitad del siglo XIX, cuando la población de la que entonces era la mayor metrópoli europea se duplicó hasta alcanzar más de dos millones de habitantes.
Aún hoy, estos lugares de eterno descanso son un reflejo de la sociedad victoriana. Por ejemplo, Highgate estaba dividido en una sección oriental para los pobres y una occidental, para los ricos.
La mayoría de los monumentos de Highgate se encuentran en la parte oeste del cementerio. Su eje central es la avenida egipcia, una inusual estructura formada por 16 panteones a ambos lados de un amplio pasaje, al que se accede a través de un imponente arco. Muchos de ellos se deterioraron con los años, y en la actualidad algunos han sido restaurados, pasando a formar parte del patrimonio histórico inglés.
La lánguida belleza de Highgate es, seguramente, la más merecedora de una visita en Londres, pero también vale la pena recorrer el Brompton Cemetery. El camposanto alberga 200.000 sepulcros custodiados por un regimiento de ángeles.