Los cambios bruscos de tiempo obligan a nuestro cerebro a “reajustarse”, y parece claro que la climatología variable puede hacer que aquellas personas aquejadas por algún tipo de trastorno mental como depresión o ansiedad, sufran recaídas o acentúen sus episodios de crisis.
A los problemas físicos, como los digestivos, gastritis o alergias,hay que añadir las alteraciones en el sueño, un cansancio físico mayor de lo habitual y la irritabilidad. Según los expertos, la razón fundamental por la cual en primavera y en verano estamos más alterados es la luz, que es “un gran estimulante cerebral”. “Al recibir más luz, estamos más alterados y, por tanto, más despiertos y revolucionados”,
La tristeza, la ansiedad o el cansancio propios de estos cambios de temperaturas son normales, siempre y cuando no excedan de los 10 días, momento en el cual “deberíamos plantear que, quizás, estos cambios solo han sido el detonante de un trastorno ya existente previamente”.
El mejor consejo para prevenir recaídas pasa por conocerse a uno mismo bien, pararnos un minuto y saber qué nos afecta y por qué”.
La influencia del clima en el carácter
Por otra parte, a pesar de que es habitual escuchar que el clima influye en los caracteres de las personas, no todos los expertos comparten esta opinión. Entre ellos, el antropólogo Juan Luis Chulilla, que considera que hay otros factores más decisivos que marcan los caracteres, “como la religión, el lenguaje corporal, las relaciones con la familia o la forma de entender la vida en comunidad”.
“En climas parecidos hay comportamientos muy diferentes”, explica el antropólogo, quien sostiene que el clima “es un factor secundario para determinar la cultura de los pueblos”.