Popularmente conocidas como las Catacumbas de París son, para los fanáticos de historias de miedo y terror, uno de los sitios más extraños y al mismo tiempo más hermoso que hay en el mundo. Podemos decir, sin faltar a la verdad, que es el cementerio más famoso de París.
En 1786, se tuvo la ocurrencia de quitar los huesos del viejo cementerio de Les Halles y colocarlos en las viejas canteras excavadas en la época de la ocupación romana, a una profundidad de 20 metros y bajo tres colinas de París: Montrouge, Montparnasse y Montsorius.
El traslado de estos restos duró alrededor de 15 meses, siempre acarreando los huesos de noche. En un principio fueron amontonados sin ningún orden, hasta que el Inspector General de Canteras sugirió que los huesos se colocaran en forma de muralla. Así es como adoptaron el aspecto que se puede apreciar en la actualidad.
Testigo de la historia
Es imposible determinar la cantidad de huesos que conforman las murallas, mucho menos cuál es la cantidad que hay detrás de ellas. En algunos tramos se han colocado placas que indican su procedencia, pero el paso de tiempo las ha hecho desaparecer y, las pocas que quedan, no ofrecen datos fiables.
Estos túneles poseen una extensión de más de 300 kilómetros y han sido testigos de hechos históricos. Algunos totalmente desconocidos y otros que no quedaron en el olvido. Como la gran fiesta que organizó Carlos X antes de la Revolución de Julio, o el uso como refugio para los combatientes de la Resistencia francesa, durante la Segunda Guerra Mundial. Recientemente se ha descubierto la práctica de ritos satánicos, lo que motivó su cierre y tan sólo se abren para ser visitadas por turistas.
Cataphiles
A pesar de la prohibición de entrar en las catacumbas existen grupos de exploradores urbanos que se aventuran a recorrerlas, se les apoda “cataphiles”, y aprovechan las entradas secretas ubicadas por toda la ciudad, incluso hay accesos por medio de las alcantarillas.
Muchas veces, grupos de turistas han comentado escuchar voces extrañas durante algún recorrido que atribuyen a algún fantasma, sin saber que posiblemente se trate de las voces de estos exploradores, que mantienen sus secretos en el más estricto silencio.