La cultura zapoteca ha ocupado históricamente el sur de Oaxaca y el istmo de Tehuantepec (México). En la época precolombina, los zapotecas fueron una de las civilizaciones más importantes de Mesoamérica.
Las urnas funerarias eran recipientes tipo vasos, que entre los zapotecas se decoraban con las efigies de sus dioses o de seres humanos sentados, en actitud de custodiar el recinto funerario. Estas piezas presentaban elementos característicos de uno o más dioses, y estaban destinadas a acompañar y a conducir a los muertos para protegerlos tanto en su viaje al inframundo como en su vida eterna.
En el ritual fúnebre se colocaban urnas tanto en la casa como en la tumba del difunto, pues eran los objetos centrales de la ofrenda, a fin de que no le faltase protección divina, alimento y agua en el difícil trance.
Entre los artesanos que se dedicaban a la elaboración de urnas había siempre una gran competencia por elaborar las mejores. Ser especialista en la elaboración de las urnas era privilegio de unos cuantos; estos alfareros tenían mucho conocimiento y estaban muy ligados a los sacerdotes, por la misión que tenían de fabricar a los acompañantes de los muertos.