A finales del siglo XIX muchas ciudades europeas se encontraron con un problema de espacio en sus cementerios. En algunas, cuando el cementerio ya no podía extenderse más, construían otros nuevos en lugares distintos, en otras, tomando como modelos las criptas de los cementerios españoles y portugueses, decidieron ampliar los cementerios ya existentes hacia abajo, creando criptas gigantescas y laberínticas que en algunos casos llegaban a superar su espacio exterior.
Así fue como en el año 1878, Emile Bockstael, alcalde de la ciudad belga de Laeken, ordena remodelar el cementerio de la ciudad y construir la cripta que, en un principio, cuenta con tres galerías principales y una docena en cruz. En 1885, la ciudad de Namur recrea en su cementerio una copia exacta, aunque de menor tamaño, a la cripta de Laeken.
Entre 1919 y 1928 la red se amplió con cuatro nuevas galerías y en 1933 se construyó el columbario de lo que hoy se conoce como cementerio militar.
Pero con el paso del tiempo algo falló, los técnicos y constructores de las Las adversas condiciones climatológicas, con filtraciones de agua constantes han degradado hasta puntos irreparables muchas de estas galerías. Algunas secciones han tenido que ser cerradas.
Mientras que el cementerio de Laeken ha sido saneado y restaurado el de Namur la cripta de Namur, que permanece en estado de total abandono desde principio de los años ochenta y presenta un aspecto digno de la mejor película de terror.