Hace décadas, las personas morían en su casa, rodeadas de su familia, incluidos los niños, amigos y vecinos. El acto de morir era, por tanto, un hecho asumido desde la más tierna infancia.
Cambio de hábitos ante la muerte
Hoy las cosas han cambiado. La mayoría de la población declara que desea fallecer
sin dolor, en casa y rodeado de su familia. Sin embargo, la mayoría
muere en un hospital y, eso sí, en plena inconsciencia, lo que evita
sufrimientos.
Según los psicólogos, en la actulalida la actitud social ante la muerte es de rechazo y ocultación, la muerte se ha convertido en un acto sanitario, controlado por los hospitales y por las funerarias.
El cambio de hábitos también se refleja en los servicios que ofrecen las funerarias,
que abarcan cada vez un mayor número de poblaciones, para que las
familias puedan recibir a los que acuden a msotrar sus condolencias
fuera de la casa.
También el luto es considerado hoy como una “costumbre obsoleta”, arraigado sólo en el medio tradicional y los funerales suelen ser breves y la cremación es cada vez más frecuente, lo que influye en que las visitas a los cementerios disminuyan.