Esta especie es originaria de las selvas tropicales de Sumatra (Indonesia). Descubierta en 1878, además de su extraordinario tamaño, posee otra característica que la hace única: desprende un fétido olor a carne podrida, lo que impide estar cerca de ella por mucho tiempo. Por esta razón se la ha denominado “flor cadáver”.
La función de este desagradable aroma es la de atraer insectos polinizadores para que se encarguen del intercambio de polen necesario para su reproducción; atrae moscas que buscan cadáveres en los que depositar sus huevos.
Su floración , aunque muy difícil de preveer, es todo un espectáculo botánico. Florecen cuando alcanzan en torno a los 40 kg, aunque ha habido ejemplares que han alcanzado hasta 100 kg de peso y tres metros de altura.
Su presencia en jardines botánicos es poco habitual y raramente llega a florecer; además el fenómeno de la floración apenas dura tres días. Recientemente se ha podido observar la floración de esta peculiar planta en el Jardín Botánico de la ciudad alemana de Kiel, en un ejemplar que pesa 21 kg, y ha tardado 15 años en florecer.