Todas las dudas parecen lógicas en el caso de Li Xiufeng, una anciana de 95 años que aterrorizó a sus familiares y amigos tras morirse. ¿Por qué? Porque salió de su ataúd, impulasada por el hambre, seis días después de que todos la creyeran muerta, según publicó el diario británico Mirror.
En la ciudad de Beiliu, en la norteña provincia China de Guangxi, una mujer descubrió una mañana que su abuela no se levantaba de la cama para desayunar y fue hasta su habitación para despertarla. La anciana no respondía de ningún modo y, aunque su cuerpo no estaba frío, parecía haber perdido aliento vital. La familia inició los preparativos para el funeral de Li Xiufeng. Según la tradición, el ataúd debe permanecer en la casa varios días antes del entierro, para que los familiares y amigos presenten sus últimos respetos.
Seis días después, un día antes de que Xiufeng fuese enterrada, su nieta se asomó al ataúd sólo para encontrarlo vacío. El supuesto cadáver se había esfumado.
Aterrorizada, la mujer buscó ayuda entre los vecinos, emprendiendo una búsqueda inmediata por los alrededores. Así, encontraron a la nonagenaria mujer en su cocina, sentada en un banco, preparando la comida del día.
Los médicos que la examinaron tras el sorprendente incidente indicaron que la anciana había sufrido una muerte artificial, durante la cual se pierde la respiración, pero la temperatura corporal se mantiene.
La tradición china le salvó la vida, al no haber sido enterrada inmediatamente. Aunque también la dejó sin nada, ya que, cuando una persona muere, la costumbre del país obliga a quemar sus pertenencias.