El cementerio de Polloe, San Sebastián, es un lugar donde morir también es arte. En este cementerio se encuentran joyas arquitectónicas como criptas engalanadas con ángeles neogóticos, sepulturas con influencias de movimientos artísticos vieneses y cruces neorrománicas no solamente para el recogimiento sinó para el disfrute artístico y el paseo.
Este cementerio refleja diversos estilos arquitectónicos. Según María Ordoñez, experta en arte funerario, “Los arquitectos del cementerio son los mismos que han construido la
ciudad de los vivos. Es como San Sebastián, pero en pequeñito y
recogido”. Actualmente, María Ordoñez está elaborando una guía artística con las sepulturas y puntos de interés de la necrópolis. Desde hace 12 años, cuando empezó a estudiar arte funerario, recorre el cementerio frecuentemente.
En la zona noble del cementerio de Polloe encontramos las capillas y sepulturas representativas artísticamente como el escritor Miguel Mihura, feminista Clara Campoamor, el pintor Ignacio Zuloaga o los hermanos arquitecto e ingeniero, Joaquín y Jose María. Entre la zona más antigua y la nueva encontramos el panteón de los Borbones Elena Walford Borbón y familia.
Las sepulturas que llaman más la atención son: la capilla neorrománica de Claudio Antón de Luzuriaga, lápida del pianista y compositor Jose María Usandizaga. Los escultores dedicados a este arte son: Tomás Altuna, hijos de Marcial Aguirre y Francisco Eguren.
María Ordóñez en sus largos paseos por el cementerio se dedica a recoger información sobre la vida de las personas enterradas facilitando así la catalogación del mayor número posible de enterramientos. Ha acudido a las hemerotecas donde se encuentran los archivos municipales frente a la imposibilidad de contactar con las familias.
El cementerio donostiarra es un lugar de paso para los vecinos. La nota de color del cementerio la ponen los panteones de familias de etnia gitana, son auténticos altares Kitsch con elementos de bronce y ramos de flores coloridos.