Después de fingir su muerte, un vendedor chino tuvo que terminar la farsa debido a las altas temperaturas del verano en China.
El hombre, de apellido Han, trató de fingir su muerte a manos de las fuerzas de seguridad, pero se vio obligado a dar por finalizado el engaño por la intensa ola de calor en ese país. La escena sucedió en plena calle, en la provincia de Hubei.
Han había sido detenido en una de las frecuentes redadas que estos “chengguan” llevan a cabo en muchas localidades de China para controlar la venta ambulante, y tras ese incidente otros vendedores arrestados, conchabados con él, aseguraron que éste había muerto a manos de los policías, por lo que éstos debían indemnizar con una alta compensación económica a los familiares.
Para dar más veracidad a su trama, Han fue colocado en un ataúd que, transportado por diez hombres, fue paseado por las calles de Wuhan, pero las altas temperaturas de la ciudad (algunos termómetros en el centro de la ciudad alcanzaron ese día hasta 45 grados) dieron al traste con el plan.
A las dos horas de falso funeral, al que asistían unas 300 personas y que era vigilado por 80 policías debido a la sensibilidad del suceso, Han salió repentinamente del ataúd, tomó una botella de agua y, tras decir “no puedo más”, se la bebió de un trago.
El incidente ha sido reflejado como una vertiente anecdótica de las fuertes temperaturas que soporta desde julio China, donde al menos diez personas han muerto por golpes de calor, aunque también muestra las permanentes tensiones entre la ciudadanía y los “chengguan”, uno de los cuerpos más denostados del país.