Según la tradición de Madagascar las personas terrenales no están hechas de barro (tradición o creencia aceptada ampliamente en el mundo occidental), sino constituidas a partir de los cuerpos de los antepasados. De ahí que mantengan un alto estima a sus antecesores. También tienen la creencia de que a menos que los cuerpos se descompongan por completo, los muertos no se van de forma definitiva y son capaces de comunicarse con el mundo de los vivos. Así que hasta que se hayan ido para siempre, el amor y el afecto se les muestra mediante la Famadihana.
Este ritual, único en el mundo, se denomima Famadihana, es también conocido como “el retorno de los muertos“. Se trata de un festival que se celebra aproximadamente cada 7 años, durante el cual las tumbas de los familiares se abren .
El día convenido, se abren las tumbas y se enrollan a los ancestros en esteras nuevas. Los hombres los sacan de la tumba. Seguidamente, la multitud de parientes y amigos coge los cuerpos y los llevan en una danza muy rápida. La danza cesa. Se colocan los cuerpos en el suelo y los miembros de la familia los rodean. Los parientes ofrecen a cada ancestro un sudario nuevo. En las mortajas ponen una botella de ron, una fotografía y billetes de banco. Son los regalos de los vivos a los muertos. Contrariamente a las costumbres occidentales, la tristeza no acompaña necesariamente la muerte.
Se toca a los ancestros para hacerles una caricia o para pedirles ayuda o consejo mediante una secreta oración. De repente, cada grupo se viene arriba, decenas de personas cogen los cuerpos, después los lanzan al aire, sacudidos, llevándolos en una multitud desenfrenada. Los bailarines dan varias vueltas a la tumba y, después, los ancestros son colocados de nuevo en la tumba.