Herman Wallace, un ciudadano estadounidense que pasó 41 años en prisión por un crimen que no cometió, falleció el pasado día 3 de octubre, a causa de un cáncer, tan solo tres días después de ser puesto en libertad, después de que un juez revocara su condena y el estado de Luisiana le pusiera en libertad al cuidado de un hospicio.
Amnistía Internacional hizo campaña durante años por que Wallace saliera del confinamiento en solitario y posteriormente, tras ser diagnosticado de cáncer, para reclamar su puesta en libertad para que pudiera pasar sus últimos días con sus seres queridos.
Herman Wallace, afroamericano, fue condenado en 1974 por el asesinato de un guardia de prisión por un jurado compuesto totalmente por hombres blancos, sin que hubiera ninguna prueba de ADN le relacionara con el crimen, ni tampoco el cuchillo ni las huellas de sangre encontradas en el lugar de los hechos. Además, posteriormente se supo que el testimonio del testigo clave había sido comprado por el estado a cambio de favores, incluido un indulto.
Ante estas circunstancias, un comisario judicial estatal recomendó en 2006 que se revocara su condena, pero el Tribunal Supremo de Luisiana rechazó la apelación. En 2009, Wallace pidió la revisión de su caso por los tribunales federales.