Sin duda, uno de los fenómenos más interesantes dentro de la cultura popular mexicana reciente es el surgimiento del culto a la Santa Muerte, una forma de religiosidad popular.
En las creencias populares la Santa Muerte es muy poderosa, recibe peticiones de amor, afectos, suerte, dinero y protección, así como también peticiones malintencionadas.
La devoción a la Santa Muerte era una práctica generalmente clandestina durante muchos años. Esto cambió con el establecimiento de un santuario público en el barrio de Tepito en la ciudad de México en 1997. El culto creció rápidamente y actualmente, la devoción a la Santa Muerte se ha difundido por todo el país, así como por las zonas fronterizas de Estados Unidos y América Central, con casi 8 millones de seguidores.
La historia de la Santa Muerte se cree que viene de la época prehispánica, en donde se adoraban a deidades provenientes de la cultura azteca como Mictecancuhtli y Mictecacihuatl, dios y diosa de la muerte respectivamente; a estas se encomendaban a los muertos para facilitar su camino por la región de los muertos o inframundo, llena de obstáculos y peligros para los que la transitaban.
Aunque el origen moderno de la devoción a la Santa Muerte surge a raíz de una crisis económica y social muy dura que ha afectado la vida de muchas personas en los sectores menos favorecidos.
Mucho se ha escrito sobre el carácter delictivo de los creyentes de la Santa Muerte. Su popularidad en las prisiones no puede negarse, sin embargo, hay que señalar que actualmente los seguidores son muy diversos.
La santa muerte es una figura bastante curiosa, ya que existen variadas formas de representarla, siempre con un aspecto tenebroso, generalmente con una hoz para cosechar las almas, con un reloj de arena simbolizando el paso del tiempo y con un mundo en sus manos.