Villa Epecuén fue engullida por las aguas el 10 de noviembre de 1985. Esta pequeña ciudad argentina, que llegó a albergar a más de 25.000 turistas cada verano y contaba con decenas de comercios y hoteles, fue sepultada de la noche a la mañana tras la rotura de un dique que inundó sus calles con más de cuatro metros de agua.
Lo mismo ocurrió con su cementerio, y ahora el municipio deberá resguardar el denominado Cementerio Histórico de la Memoria, lo que implica efectuar tareas de limpieza en general y delimitar los senderos originales y colocar señalización. Cada vez más gente se acerca a las ruinas y a las lápidas semienterradas, lo que ha provocado que en los últimos años el lugar haya sufrido diversos saqueos y roturas
Desde el punto de vista patrimonial, el cementerio inundado de Carhué–Epecuén refleja la herencia de los momentos más duros, y según los dirigentes de la zona “conservarlo explicará y demostrará a las nuevas generaciones cómo una sociedad cambia, crece y aprende de sus errores”. También han señalado que la conservación del cementerio no persigue únicamente el objetivo de proteger “las señas de identidad” del pueblo carhuense, sino también de resguardar “bienes que tienen un significado cultural”.
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