Aunque nos resulte difícil imaginar un pueblo sin cementerio, la realidad nos demuestra que hasta las historias más surrealistas forman parte de vida cotidiana.
Giulio Cesare Fava, Alcalde de Falciano, una comunidad con casi 4 mil habitantes de la Provincia de Carseta, al sur de Italia, ha ordenado no fallecer a sus habitantes, y lo ha hecho público a través de un decreto: “Queda prohibido, según las posibilidades de cada uno, a los ciudadanos residentes y afines, sobrepasar los límites de la vida terrenal para transitar al más allá”, dicta la ordenanza.
La razón es “muy simple”: porque no hay cementerios, y el pueblo con cementerio más cercano (Carinola) está enemistado con éste que dirige Giulio Cesare Fava, lo que ocasiona un problema de logística sobre qué hacer con las personas que fallecen.
Después de promulgada la ordenanza dos ancianos fallecieron, generando una dificultad a las autoridades de Falciano del Massico a propósito del destino de los cuerpos. Además, claro, de la sanción a la que se hicieron acreedores por faltar a la ley promulgada.
Los vecinos ha ofrecido sus propios terrenos como cementerios alternativos para que, de una vez por todas, sus muertos tengan un lugar para descansar en paz.