Nada más y nada menos que un cementerio de vampiros que dataría de hace ocho siglos.
En la ciudad búlgara de Sozopol, en un cementerio situado detrás de la iglesia ortodoxa de San Nicolás en las proximidades del Mar Muerto, un equipo de arqueólogos ha encontrado los restos de dos esqueletos, atravesados por barras para impedir que se “transformaran en vampiros”. Por la ubicación de las tumbas se cree que podrían haber pertenecido a la aristocracia.
Según la creencia popular, cuando una persona malvada moría era necesario traspasar su corazón con una estaca de hierro o madera para evitar que se convirtiera en un “vampiro”. Esta práctica se mantuvo en algunas aldeas búlgaras hasta la primera década del siglo XX. Se creía que los clérigos o ciudadanos ilustres (justamente por ser ricos y crueles) podrían volverse criaturas de la noche.
Al parecer, el lugar dataría de hace ocho siglos, en plena Edad Media, cuando la superstición y el miedo a la magia negra tuvieron su auge. Mientras la leyenda del Conde Drácula crecía en Rumania, los habitantes de Bulgaria tenían sus propios temores y los enfrentaron como pudieron.