La anciana, que era la mujer más vieja del mundo en el momento de su muerte, poseía la mente de alguien décadas más joven y ningún signo de demencia. Un estudio sugiere que tenía genes que la protegían de la demencia.
La mujer, cuya identidad se ha mantenido en secreto es la persona con más edad de la que se ha estudiado su ADN, y que donó su cuerpo a la ciencia, lo que le permitió a los doctores examinar su cerebro y otros órganos, así como todo su código genético.
Fue un bebé prematuro y no se esperaba que sobreviviera. Pero vivió una larga y sana vida. Sólo se recluyó en un centro de cuidado a la edad de 105 años.
Eventualmente murió de un tumor estomacal, tras ser tratada contra el cáncer de mama a los 100 años.Un test sobre sus habilidades mentales a la edad de 113 mostró que tenía el desempeño de una mujer de entre 60 y 75 años.
Más tarde, en un examen post mortem, los doctores no encontraron evidencias de demencia o problemas cardiovasculares.Ahora su mapa genético está disponible para otros investigadores.
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