Ha esto obliga la visita al mausoleo, uno de los fastuosos de La Habana, dedicado al segundo presidente de la República de Cuba, José Miguel Gómez.
Para recordarme inclinen su cabeza
El monumento fúnebre fue mandado a construir en la Necrópolis de Colón en La Habana. La apariencia es monumental, como lo exige el lugar privilegiado donde fue construido, en una de las avenidas principales, muy cerca de la Capilla Central de este museo al aire libre y ciudad de los muertos. Pero su característica más curiosa, que ha intrigado a visitantes y curiosos, es el diseño de su entrada.
El monumento tiene una parte visible sobre el nivel de la calle. Cuatro poderosas paredes de bloques de granito rugoso, sostienen la escultura de bronce pulido que representa a un Arcángel, en cuyos pies una columna de un metro muestra una corona de bronce símbolo de la victoria.
Pero la otra gran parte del monumento funerario está oculta en el subsuelo. Para poder ver el resto de la obra es necesario entrar en ella. Aquí está su característica más significativa. La puerta de acceso al interior está su mitad superior encima del nivel de la calle y la otra parte queda debajo, quedando el techo a la altura de las caderas.
La única forma de acceder a la puerta y escalera es realizando una inclinación de casi 45 grados hacia adelante. De esta forma es indispensable hacer una reverencia, como las acostumbradas ante las familias reales.