Aprender a nadar
Lo más importante a la hora de que nuestros hijos se metan en la piscina es que sepan nadar. La educación que desempeñemos en este sentido será vital para el resto de su vida. Cuánto antes aprendan a flotar y nadar, antes serán capaces de reaccionar ante caídas imprevistas.
Seguridad en el agua
No se debe dejar nunca a un niño sólo en la piscina, siempre han de estar cerca cualquiera de sus progenitores.
Sabiendo esto, podemos empezar a considerar otros elementos que ayudan a que nuestros hijos se sientan más seguros en la piscina, como por ejemplo, los flotadores o manguitos. Se trata de accesorios que permiten que el niño no se hunde en el agua, sin embargo, no podemos otorgarles la función de salvavidas, puesto que pueden romperse, o desajustarse, dejando de cumplir su función.
Aún así, todos estos objetos reducen bastante el peligro que corren los niños en el agua, por lo que es importante asegurarnos de que son de buena calidad y están homologados. Además, siempre hay que mirar que no estén pinchados o rotos antes de ponerselos al niño.
Otras precauciones
Por supuesto, el mayor peligro que corren los niños en la playa o en la piscina es ahogarse. Sin embargo, además de las imprudencias, existen otros factores que pueden provocar que esto ocurra y a los que a veces no prestamos mucha atención, como es el caso de la digestión.
El problema no está en que el niño se sumerga en la piscina inmediatamente después de comer, como hemos creído desde hace muchos años, sino en que ocurra el llamado proceso de hidrocución. Es decir, cuando estamos comiendo pasamos un buen rato expuestos al calor. Si, además, se trata de una comida copiosa, nuestro cuerpo alcanza una temperatura elevada. Tenemos que evitar que nuestro cuerpo pase inmediatamente de esta alta temperatura a la temperatura del agua, porque entonces se producirá un choque de calor que puede hacer que lleguemos a perder el conocimiento.
Cuando se trata de un bebé
Los bebés también se merecen un pequeño baño en la piscina, pero con ellos debemos extremar aún más las precauciones. Nunca deben estar solos en el agua, puesto que sus movimientos son más ‘torpes’ y probablemente sufran constantes caídas. Si el niño se mantienen de pie, lo mejor es permanecer todo el rato en una piscina para niños, de forma que pueda manejarse el sólo siempre con cuidado de estar atentos por si se cae.