En el Medievo, las momias eran trituradas y se comercializaban en forma de polvos supuestamente medicinales, en la segunda mitad del siglo XIX, eran utilizadas como combustible para locomotoras.
En la actualidad, las momias son valiosas reliquias arqueológicas, de las que ningún museo quiere desprenderse. Las últimas técnicas médicas de imagen permiten desvelar algunos de los secretos que aún guardan los cadáveres embalsamados sin necesidad de destruirlos.
Un equipo multidisciplinar de investigadores, compuesto por egiptólogos, un patólogo, un radiólogo y un antropólogo físico, acaban de llevar a su momia al hospital por segunda vez. La primera fue en 1990 y, gracias a los escáneres médicos, averiguaron que el cadáver pertenecía a un niño de entre siete y nueve años -aún conserva dientes de leche- y que aún mantiene íntegros sus órganos internos.
En esta ocasión han logrado unos resultados mucho más precisos y una mayor definición de las imágenes, lo que ha permitido averiguar que vivió en torno al año 100 de nuestra era, en tiempos de dominación romana, y en la región egipcia de Fayum.