Hasta los camposantos se ha extendido la inflación que se está apoderando de China, no sólo afecta al precio de la vivienda, sino también al de las tumbas. Se ha acuñado el término «esclavo de la tumbas» para los que se esfuerzan para pagar sus entierros, el de sus padres y los alquileres de los camposantos.
Mientras el metro cuadrado de la vivienda usada cuesta 2.800 euros en Pekín, un espacio de 0,7 metros cuadrados rozaba los 3.000 euros en el cementerio de Taofeng, situado en las cercanías de la capital y uno de los más baratos de la zona. Los precios han empujado a muchos pequineses hacia otros cementerios de los alrededores . En los casos extremos, las familias entierran al finado en un agujero excavado en su terreno.
Hasta un millón de euros
El metro cuadrado de tumba se revaloriza un 25% anual de media y en algunos casos se ha quintuplicado en cuatro años. Hasta un millón de euros ha llegado a costar una tumba en el cementerio Anleyuan de Xiamen (provincia de Fujian). En otros, el precio de una tumba era quince veces superior al de una vivienda. Incluso el gobiernos ha prometido un programa de “tumbas asequibles”
El problema de fondo son los nueve millones de chinos muertos anuales y la escasez de suelo en las ciudades. Zhang Hongchang, director de la Asociación Funeraria de China, advertía recientemente en la prensa local de que Pekín se convertirá en «una ciudad de tumbas» si no se cambiaba la mentalidad. «Si vives en una ciudad, deberías aceptar que sólo dispondrás de tu tumba durante 20 o 30 años», explicó.
La incineración es obligatoria pero sólo se cumple en la mitad de los casos. Pekín aconseja los entierros ecológicos y tirar las cenizas al mar. Su voluntad choca con la centenaria tradición china del peregrinaje a los cementerios en Qingming.