La hepatitis C es una enfermedad infecciosa, que según la Organización Mundial de la Salud afecta entre el 1 y el 5% de la población mundial, y causa unas 350.000 muertes anuales.
En España es la primera causa de muerte por enfermedad infecciosa, provocando el fallecimiento de entre 10 y 12 personas al día, cifras triplican las muertes por accidentes de tráfico que se producen cada día en las carreteras y “duplican” a las que fallecen por infección por el VIH.
La hepatitis C se transmite principalmente mediante el contacto con sangre contaminada asociado con el uso de jeringuillas no desechables o instrumental médico no esterilizado, y por transfusiones de sangre no testadas previamente. Esta última vía, antes muy frecuente, ha desaparecido ya prácticamente en la mayor parte de los países, debido a los controles exhaustivos que se llevan a cabo sobre la sangre y hemoderivados.
En España no existe aún un registro nacional, por lo que solo hay cálculos aproximados del número de afectados. El Ministerio de Sanidad habla de unas 700.000 personas, de las que
50.000 están diagnosticados, y hasta un 70% desconocen su estado.