María Margarita Ramos Areces
Mi amada madre, fuiste para mí no sólo mi madre, fuiste una amiga sobre cuándo salíamos a hacer la compra, una compañera de fatigas que a pesar de la tristeza que no exteriorizabas ante las tristes pérdidas de familiares y parientes siempre tenías conmigo un espíritu positivo y alegre.
Eras mi consejera, una mujer que a pesar de su edad era como una niña pequeña y sensible. Gracias ti mi padre y yo vivíamos bajo tu manto protector. Fuiste nuestro sustento, nuestra vida. Formábamos un buen equipo los tres en tiempos pretéritos y formábamos con tus hermanas, cuñados, padres, tíos, primos (en especial un entrañable recuerdo a Felipe Aguado tu paño de lágrimas en los últimos años) un buen equipo, incluso nuestra familia política era un apoyo super positivo y entrañable y una familia la de mi padre como me dijo con mucho sentido común mi pobre tía Eva y hermana tuya mucho mejor que nosotros los Ramos y lo digo con todo el dolor.
Fuiste mi educadora y la ejercías la autoridad en la casa, me regañabas y censurabas mi conducta pero eras una persona pronto a perdonarme todo.
Has sido nuestro sustento mientras vivías, desde que has partido al juicio inapelable de Dios cuya fe tuya sólo el habrá conocido ya hemos dejado para nuestra desgracia de comer "caliente". Fuiste mi paño de lágrimas mi protección.
Tengo la absoluta seguridad que el 22 de octubre de 2018 a las 12 horas y 18 minutos perdí a la única mujer que verdaderamente me amó en este mundo y a la persona que se desvivió y preocupó por mí (por mi moral religiosa, mi educación, mi trabajo). Todo lo que tenemos en casa te lo debemos a ti.
Por desgracia sufriste muchas penurias durante la sangrienta Guerra Civil Española como cientos de miles de personas de ambos bandos y con la diferencia que el que pertenecía nuestra humilde y entrañable familia era el perdedor. Tu madre y tus tíos Filomena y Jacinto procuraron durante los años del hambre y necesidad en el Madrid de la postguerra hacer la vida no sólo tuya sino de todas tus hermanos lo menos triste posible. A todo eso tenemos que agradecer el apoyo y acogida que la madre y abuela de Felipe Aguado brindaron a nuestra humilde familia al haber partido al triste exilio mi infortunado abuelo Alejandro que tuvo que padecer en Francia sufriendo como todos los que perdieron la guerra el sufrir el horror de estar en los campos de concentración de Argel y en los campos de concentración del Gobierno de Vichy.
Por otra parte agradezco desde el más allá a tus hermanas, Petra, Encarna, Chon y la entrañable tía Eva (y que por desgracia pasaron de este mundo al Más Allá y al juicio inapelable de Dios del que uno no puede escapar hace mucho tiempo y lo mismo digo a tus cuñados Enrique, Antonio, José y Blas) todo el cariño y acogido que te brindaron siempre antes de que te casaras y conocieses al hombre de tu vida después obviamente de tus amados padres Alejandro y Asunción, me refiero a mi padre Manuel Gómez Randulfe con el que formaste una familia con tu desdichado hijo.
Soy un desdichado hijo porque como te he repetido he perdido a la única mujer y quizás al único ser que me amaba de verdad y a la única mujer que me quiso hasta el último suspiro a pesar de las traiciones, veleidades, maltratos de todo tipo de puñaladas traperas que te inflingí en esta vida y del que estoy totalmente arrepentido y que sola la misericordia de Dios podrá perdonarme y que llevaré como un flagelo en mi conciencia hasta el fin de mis días. Perdóname desdichada criatura destinarme a amarme por todo los disgustos que te di en esta vida y que por desgracia todos los hijos cometemos con nuestras madres, y el gran amor que tuviste conmigo devolviendo siempre bien por mal.
Mi protectora, mi querubín, mi pequeña niña. Sé que puede resultar insultante e irreverente lo que te digo pero de haber podido tener hijos hubieras sido la hija que siempre quise tener.
Te amo en todo mi ser, con toda mi alma y con todo mi corazón. Fuiste mi luz en este mundo de tinieblas y fracasos continuos que sufrí desde mi nacimiento el 28 de julio de 1971. Fuiste mi educadora, no escatimaste esfuerzos para que superase la Educación Primera y Secundaria con profesores particulares para mejorar mi educación, hiciste todo lo que estaba en tu mano para que fuese feliz. Gracias ti pude salir de aquel infierno de Colegio/Instituto del Sagrado Corazón de Padres Capuchinos de Santa María de la Cabeza cuyos profesores y compañeros/as desgraciadamente daban mucho que desear, lo único que ruego por ellos/as para que alcancen la luz para salvar sus almas y Dios les conceda premios espirituales y materiales en este mundo que a mí Dios o la Vida me negó.
Trabajaste toda tu vida como una esclava en la casa y te sacrificaste por nosotros hasta el último momento. Nunca nos faltó nada traje, comida y un sueldo cuya pensión de viudedad a mi padre fue “tu única herencia que nos dejaste” pero que vale más que todos los bienes perecederos ya que fue por el trabajo de funcionaria que conseguiste con el sudor y esfuerzo y cuyas pruebas aprobaste a pesar de estar de joven muchas veces estudiando en la cama por tu sinusitis por poner un ejemplo.
Sólo Dios habrá conocido cuales eran tus sentimientos para con él y sólo el habrá conocido tu fe. Espero que en este juicio inapelable y horrible que ningún mortal puede escapar Dios y la intercesión de la Virgen te hayan dado luz para salvar tu alma.
Perdono de todo corazón a todos aquellos que te maltrataron y odiaron. Incluso aquellos que pueden haberse alegrado de tu fallecimiento, ruego por ellos para que Dios les dé luz para salvar sus almas y les conceda todo tipo de bienes materiales y espirituales.
Mi ratita, como te llamaba cariñosamente cuándo hacías del personaje que habíamos inventado entre tú y yo "la ratita Matitina" y por todo ese universo ficticio que pintábamos y que me hacían revivir mi alma de niño. Sólo puedo expresar a Dios y a la Virgen gratitud por haberte tenido cuarenta y siete largos años de mi vida y por desgracia como todo lo de esta vida pasa más rápido de lo que uno se imagina.
Te guardo todos tus peluches que vestías con ropa de cuándo yo era bebé y que me mandaste que te conservase y te pido perdón por continuar con mi afición a los dinosaurios y animales prehistóricos y su consiguiente coleccionismo que tanto querías que dejase. ¡Perdóname por todo el daño que os he hecho a ti a papá y a cada miembro de mi familia (incluso aquellos que me ignoran o me odian) y todos los semejantes que he tenido el deber de amar!
A pesar de tus defectos siempre fuiste una niña grande hasta el final de tus días, que Dios cuya paciencia y misericordia es infinita aunque su justicia también lo es se haya apiadado de tu alma aunque haya sido sólo por todo lo que has sufrido en este calvario con la muerte de tus pobres padres, suegros, hermanas, cuñados, hermanos políticos, suegros y demás familia política y tus dos pobres sobrinitos Joselu y Blayo que te dejaron antes de tu fallecimiento.
Dios cuyos planes son incongnocibles y la descarnada muerte está última inmisericorde con el género humano y que por desgracia no se conmueve ante las lágrimas de nadie me han arrebatado al único ser que me amaba de verdad y que se preocupaba de mi salud y de mi bienestar. Aquel 22 de octubre de 2018 a las 18 horas y 12 minutos en el Hospital Universitario Gregorio Marañón en la planta cuarta cama 4219, ese cruel mieloma entre otras múltiples dolencias me dejó la única mujer que me amó y que como madre mía entiendo que no es ninguna excepción no sólo en mí sino en cualquier ser humano.
Una madre es un tesoro y yo perdí mi tesoro que ningún bien de este mundo es comparable salvo la Vida Eterna que Dios tiene destinada a todos aquellos de sus elegidos y que le temen y aman de todo de corazón y practican la caridad y amor con el prójimo.
Ojalá que estuvieses conmigo y ya sabes que estés donde estés siempre te amaré y ojalá que algún día pueda reencontrarme contigo si es la voluntad de Dios. Te doy gracias por haberme educado en la educación católica y por haberme bautizado en ella y que mis pobres abuelito Manuel y mi pobre y desdichada tía Chon renunciasen a todo aquello que era indigno del amor de Dios y al pecado.
Adiós para siempre mi amiguita, protectora, consejera, madre, educadora, autoridad indiscutible que me corregía lo mejor posible, compañera de fatigas, la que gracias ti podíamos comer y nunca me falto vestido e hiciste como el resto de familiares que verdaderamente nos querían la existencia un poco menos dura y desagradable de lo que es, en esta vida efímera y caduca.
Por último agradezco de todo corazón las muestras de amor en es estos últimos quince días de ingreso hospitalario que mostraron todos mis familiares tanto carnales de mi madre como políticos y todas las muestras de apoyo que nos dieron en estos terribles momentos. También agradezco a todas aquellas personas que sin ser familiares nos apoyaron y nos apoyan en estos momentos tan duros. Ojalá que sus nombres estén escritos en los Cielos a la hora de su fallecimiento.
Un beso muy fuerte mi pobre madre de un hijo que te sigue queriendo aunque ya no estés entre nosotros. Adiós mi madre, el mayor regalo que Dios concede a todos los seres de este mundo. Adiós mi querubín, mi pequeñita, mi niña eterna. Adiós y dónde quiera que Dios sepa dónde te halles que sepas que te sigo amando y que el desconsuelo por tu pérdida y del resto de parientes no se puede compensar por nada de este mundo.