El portal nº1 de esquelas online
Fecha de inhumacion: 30-01-2011 a las 11:40
Cementerio municipal de la ALMUDENA en MADRID
El equipo de Rememori.com quiere hacer llegar a su familia y allegados su sincero mensaje de condolencia, y ofrecerle todos los servicios que ofrece nuestra web, para recordar y homenajear a sus queridos fallecidos.
Muchos piensan que la relación entre un padre y un hijo, tenga éste la edad que tenga, debe cerrarse cuando uno de los dos desaparece. Y ello, bien por aquella vanalidad de que "es necesario continuar" (como si no le fuese a ocurrir también a quien lo piensa;... y a ver qué deja de verdad), o bien por la pobre justificación de que "es ley de vida"; (continuar ¿qué?, ¿ley de vida de qué?). Más bien parece el fruto de la arrogante ignorancia de una inercia sin reflexión, sin retorno. Es decir, un absurdo en cuanto al sentido individual de la existencia de quien lo contepla desde fuera. También es cierto que todo depende de cómo era el padre y de cómo es el hijo. En tu caso, como padre, por tu forma de ser, por tu creatividad y por tu manera de alentar la inteligencia de los demás, me niego a no contar contigo porque, sin estar ya, iluminas mucho más que cientos de vivos que me rodean... Así pues, me niego también rotundamente a prescindir de ti y de tu memoria. Yo necesito proseguir llevándote a mi lado todos los días en el recuerdo (aquello que me queda, pero con tremenda fuerza). No obstante, a través de ti también soy consciente de la amplia cantidad de "accidentes" que, a modo de personas, o de acontecimientos, se han cruzado en mi existencia. Quizás solo "accidentes", sin mayor trascendencia, por muy duradera o pasajera que fuese su contumacia... Sólo futiles "accidentes". Otras veces no, como en el caso de muchos de mis alumnos. Por eso, tu sigues ahí, haciéndome distinguir una cuestión de otra. Afortunadamente, tus valores continúan en mi. Así pues, tu humanidad, tu tenacidad, tu búsqueda del bien en el marasmo del devenir mundano, tu bondad en la dureza de lo cotidiano (del quehacer sencillo pero complejo), son mayores asertos en mi sentir, por tu altura moral, que todo lo que he visto, y a todos los que he visto, a lo largo de estos muchos años de dedicación personal y profesional con respecto a mis quehaceres. Como ya me señalaste (y no te hice caso en su momento) pocos, muy pocos son y han sido los que de "accidentes" en mi acontecer han pasado a ser algo más posteriormente. Y la vida, ya he notado contigo, es muy corta. A ti te debo la esenecia de la amistad y de la perdurabilidad de lo (de los) poco (pocos) que merece (merecen) la pena. Porque, además de mi padre (como otros contados viajeros) fuiste sobre todo mi amigo. Mi gran amigo. Mi mejor amigo. Tus nietas, mi esposa y mis queridos hermanos y sus familias te echamos cada vez más de menos, mi anhelado argonauta de lo positivo, ante un mundo tan injusto como el se está creando... Muy cerca de mi cumpleaños, para ti padre, tu primogénito (tu primer sentido de la vida), José. P.D.: Con madre, que queda aún, nos dedicamos hasta lo indecible (pero discretamente) alargándole la vida con cariño y preocupación al menos, en mi caso, como te prometí desde tan lejos.
Por azares del destino te escribo hoy estas líneas. Papa. Para decirte que sigo igual de terco y cabezota que antes, sino más, si cabe, con las cosas que me hacen ser yo mismo . Que no hay forma viva que me haga pensar como tu querias que lo hiciera, aunque pudieras llevar razon. Que al marcharte, también se me fue la fuerza contraria más poderosa que me provocaba y en cierto modo, daba sentido a mi más profunda rebeldía; dejándome en el absurdo vital que siente el guerrero, al quedarse sin su adversario más combativo, duro y tenaz, al cual, por tanto, acaba echando de menos. La verdad es que todo esta demasiado tranquilo sin ti. Fui a verte y recordé las treguas de tus cumpleaños. Inexplicablemente guardábamos las armas y disfrutábamos de aquel día, casi con lástima de que acabara. Quizá por lo escaso de aquella comunión de alegría que nos hacia olvidar otros momentos más amargos. Habrías cumplido 90. Hemos echado mucho de menos no celebrarlo una vez más. Felicidades Papá, Un abrazo fuerte.
Esta mañana, por lo que sea, me duele más que nunca no escuchar tu voz.... Tu voz, que la llevo clavada en mi mente, para tan solo (tan únicamente) responderte: "buenos días". Cuánto vacío el de "la nada" de los sonidos.
Hoy es 28 de febrero de 2013, padre. Uno de esos días que, en tu enfermedad, más temías... El invierno, con las neumonías, el cáncer, el hospital y mi presencia (venida de lejos), parecían todos síntomas de un desgarrador final. Pero en aquella tensión, tu además te callabas durante largo rato y, finalmente, en una especie de "medio-silencio", tan sólo preguntabas la fecha y, si yo mismo o mis hermanos estábamos en aquel lugar, junto a tu soledad... Ya no veís padre. Tus ojos se habían nublado. Únicamente podías escuchar. Y me oías decir que "aquel" era febrero, y que nevaba a través de la ventana. Tu retornabas al mismo silencio. Quizás consciente del frío del final, alentado tan sólo por nuestra respiración de hijos al pie de la cama... Queriéndote y no deseando soltarte. Luchando junto a ti. Hoy la nieve cubre tu Tumba... Nunca te equivocaste ni en enero, ni en febrero, padre. Ni tampoco en el Viento efímero y letal del Invierno.
Se acerca la Navidad. Unas fechas en las que contigo siempre eran "realmente felices". Ya van dos navidades sin ti. Por supuesto, tu ausencia es enorme. Un fuerte abrazo, padre; un fuerte abrazo para siempre.
Mis hermanos, padre, mis hermanos. Yo fui el primero en compartir sudor y lágrimas contigo, más de 20 años, de trabajo y esfuerzos llenos de esfuerzo y, porque no decirlo, de dignidad. Pero, ni mucho menos, he sido el único. Esto es un homenaje también a mis hermanos: Paloma, Pablo y mi poderoso y entregado hermano Fernando, que se dejó la piel contigo y con el abuelo José María también en su lecho de muerte. Yo se que con Paloma, ante su fuerte personalidad, chocaste mucho; pero papá, ella te adoraba y además te quería evitar, a su manera, los fallos de tu vida para que fueses más feliz, “menos Cayuela” y más persona, más de tu esposa y de tus hijos y nietos y menos de tu empecinamiento por el trabajo bien cumplido. Mi hermana Paloma, tenía razón. Y Pablo, puño de hierro en guante de seda. Te aguantó y te amó hasta el final. Es el responsable directo de tu esfuerzo, porque él estuvo más cerca últimamente que ninguno de nosotros contigo. Cómo ha sufrido mi hermano Pablo cuando tú te has ido. Nunca te olvides que le has dejado involuntariamente un millón de conversaciones por aclarar, pero él asume esta ausencia con mucho más que cariño y paciencia que el resto de nosotros; lo hace por respeto y por amor. Hay Fernando, el “titán de mi casa”, como te echo de menos en la distancia de “mis días oscuros”. Eres “el pequeño” del hogar, pero tu fuerza y tu alegría hacen de mí un buen hombre cuando estamos juntos. Me olvido de los demonios que me rodean cada vez que siento la ausencia de padre. Cómo me gustaría hablar junto a ti de todo lo suyo. Pero mi garganta se atasca. Mi ánimo se hunde, aunque, no creas, mis anhelos y mi admiración por ti son cada vez mayores. Eres un gran luchador… Te lo dijo papá (las tres “F”): “Feo, Fuerte y Formal”, aunque yo diría solo “Fuerte y Formal”, con tus casi 2 metros de altura y tu generoso corazón. No me has fallado nunca. Hoy se aproxima el 5 de agosto; hace cuatro años que a padre le paró allí el destino, con un grave accidente que descubrió su auténtica dolencia irreversible. Estuvimos juntos Fernando, y pese a todos mis defectos jamás me olvidaré de ello, ni entonces, ni después. Padre, este es tu mejor legado. Ni el trabajo, ni su recompensa. Tu legado son tus hijos y tus nietos y sus sólidos valores, con todo tu difícil y humano carácter (gran contradicción, pero dulce contradicción). Papá, a los cuatro hermanos, en nuestra dureza ante la vida y ante tanto rival inútil (porque nos has demostrado que aquí, en tierra, solo se está una vez), papá, aún sigues siendo un eslabón por compartir, un consejero que se me fue (que se nos fue) a destiempo, no podemos prescindir de ti. Tu primogénito, José Gregorio Cayuela Fernández.
Estos días de verano en Julio me evocan otros muy distintos, en la misma estación estival, pero allá por los años 80. Mientras la mayoría de la gente disfrutaba de merecidas vacaciones, nosotros, padre, no teníamos tiempo, porque la vida apremiaba y el dinero en casa también. Recuerdo nuestros viajes de día y de noche, en una solo jornada, para llegar a tiempo y entregar el material (Valencia, Barcelona, Badajoz,...); daba igual. Yo te acompañaba al volante del furgón, con preocupación y ánimo, porque mientras muchos disfrutaban, nosotros, papa, nos estábamos ganando (y jugando) la vida a pulso. En aquellos tiempos duros tu compañía fue maravillosa y tu entereza, mi entereza; tu sufrimiento, mi sufrimiento. Porque luego, después de horas tremendas de esfuerzo físico, además, había que sacar una Licenciatura Universitaria. Porque, como tú me decías, haciendo kilómetros: no te quedes tan sólo con la camioneta y este sin-vivir. Aspira donde yo he querido llegar, pero no he podido (mi padre, lleno de ilusiones e inteligencia, hijo al final de las carencias de la posguerra)... pero sudábamos de orgullo, de deber cumplido, a temperaturas que entre el alquitrán, el sol y el medio-día pocos pueden suponer. Padre, hoy soy Profesor de Universidad gracias a ti y a tu sentido del deber (sea cual sea el oficio desde donde empezamos). Padre, hoy mis clases y mis libros, en silencio (porque se que no te gustaba el ruido), siempre te los dedicó jornada a jornada. Como siempre digo, no tardaremos en vernos. Imposible olvidarte, imposible. Tu hijo, José Gregorio Cayuela Fernández
Querido abuelo. Recuerdo todo lo que llore cuando te enterramos, pero tambien recuerdo la felicidad que tenias siempre al verme, recuerdo cuando venias a casa y me abrazabas me dabas muchos besos y me hacias reir; recuerdo tu sonrisa, calida y esperanzadora, recuerdo las historias que me contabas... recuerdo tantas y tantas cosas buenas de ti que jamas las podre olvidar, ya que as sido el mejor abuelo que se puede tener.
Mi Padre: Gregorio Cayuela Martinez fue un hombre trabajador hasta límites insospechados. Un padre tan maestro como padre; un creador de cientos de cosas (mapas, material educativo, artículos en madera para niños…) y un extremeño de los que realmente amaban Extremadura, por encima de oficios y beneficios. Un buen hombre de porte serio y corazón de oro. Un buen español, sencillamente español, generosamente español. Un estupendo y exigente amigo y progenitor, y un marido que, casi al final de su vida, ya postrado en la cama que le vería morir en casa poco después, me confesó que lo más destacado de su existencia había sido vivir con su esposa, mi madre, 60 años del siglo XX. Libre como el viento, fiel a lo suyo como los robles, entregado hombre en silencio, trueno cuando le llevaban la contraria, gestor de ideas maravillosas, valiente y duro rival, pero también humano y desprendido. Vio la Guerra Civil y la difícil Posguerra, y aguantó. Y ello, siendo algo más importante que "un ganador", siendo un formidable "superviviente". Creo que ya no existen "Gregorios Cayuelas"; se han ido marchando unos tras otros con la dignidad que solo tienen las almas grandes y discretas, poco a poco. Pero mi voz y mis palabras servirán para recordarlos. Para recordarle a él y para recordárselo a todos, especialmente a las generaciones venideras: mis hijas y mis sobrinos. Para ti, tu primogénito, que no te puede olvidar, ni quiere, y que tanto bueno aprendió de tus esfuerzos: José Gregorio Cayuela Fernández.
El día 4 de abril de 2012 hubiese sido tu cumpleaños. Siempre lo hemos celebrado juntos desde hace muchas décadas, con toda la familia, como una gran fiesta. Qué oscuro ha sido este 4 de abril sin tí. Se te sigue echando de menos, padre; mucho. Tu hijo, José Cayuela.
Mi querido abuelito. Te lloré cuando te enterraron en ese sitio tan frío, pero yo se que estás junto a las estrellas que por la noche tanto me gusra estudiar. Quizás estés en el Cinturón de Orión, que es mi constelación favorita. Me acuerdo cuando me decías de niña: Lucía, es una chica muy bonita... Y todos los besos que me dabas. Te quiero mucho abuelo y se que sólo puedes andar cerca de Dios. Tu nieta, que te adora, Lucía.
Mi gran abuelo. Después de un año, no hay día que no piense en tí; en nuestras veladas de El Escorial con la abuela y papá y mamá. En todos los ratos maravillosos que me diste junto al Guadarrama. Por tu humanidad y generosidad es imposible olvidarte. Tu nieta querida, Estela María.
Estimado Don Gregorio. Qué perdida para Extremadura ha sido su muerte. Su gran Proyecto de la Universidad Carlos V sobre la Comarca de Tentudía hubiese sido una bendición para muchos chavales de esa área tan abandonada de España. Le cerraron el paso politiquillos/as de corta duración (tanto de la Junta como de las Alcaldías de la zona) y provocaron mucho daño al futuro de la Región (Señor, perdónales porque no saben lo que hicieron). Pero en su memoria, si nos puede ver desde donde se halle, le aseguro que mientras esos politiquillos pasarán a la historia como seres anónimos, su gran Proyecto permanecerá entre todos los vecinos de Tentudía y Calera de León a lo largo de muchos años. Dios lo tenga e su Gloria. Aquí no le olvidaremos nunca.
Querido papá. Se te sigue echando de menos, como padre y como mi mejor amigo. Compartimos cosas muy duras en el trabajo y muy felices en la familia. Te tengo siempre a mi lado y tu voz fuerte resuena en mis oidos cada vez que necesito ánimos muchos días. Nos veremos pronto. De todo corazón, Tu hijo José.