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JOSE LUIS DE COS RIVERO

No, no has necesitado ningún acto protocolario para ser considerado como tal. Cordobés de nacimiento, madrileño de residencia y ya santanderino por consorte. Pero ha sido tu presencia en los veranos del Sardinero y las Navidades en familia durante cuatro décadas, los que te han hecho merecedor, al menos para mí, no sólo de esta mención, sino de la de hijo adoptivo y predilecto de esta ciudad y provincia.

Las paseabas y conocías mucho mejor que la mayoría de los que residimos todo el año. Ahora el paisaje y paisanaje te echarán en falta a las primeras de cambio. Tu bastón y sombrero de fieltro ya no se verán por el Paseo de Pereda y el Marítimo. Tu sombrero de \"panamá\" ya no se distinguirá en la segunda del Sardinero ni tu bicicleta holandesa por el carril bici de las Llamas y de Astillero a Ontaneda. Tampoco nuestras montañas y valles contemplarán tu vara de avellano y andar de gran ciudad.

Hace unos meses nos enterábamos de que tu gran corazón, lleno de generosidad, amor y cariño hacia los tuyos y a todos los que te rodeaban, tenía algún problemilla en sus pequeñas y delicadas estructuras. Como nos explicaba tu hermano Ricardo, necesitaba una cirugía preventiva y reparadora. Te tocó ese 2% que nadie pensábamos y mucho menos queríamos. Sólo tú y eso nos consuela, fuiste el único que no se enteró. Los demás, junto con tu esposa Isabel y tus hijos Marta y Marcelo, aquí nos quedamos con el mayor desconsuelo y amargura jamás vividos.

Si los cardiólogos te hubieran visto este verano hacer la ruta del Cares, el recorrido por las hoces y Camino Real, los largos paseos por el carril bici de las Llamas, hacer ida y vuelta nadando hasta el Chiqui o simplemente haciendo vida normal, hubieran dicho que la analítica estaba equivocada. Pero no, una vez más la medicina tenía razón.

Cuando el próximo verano, si Dios quiere, peregrinemos a Santo Toribio, como lo hacíamos contigo y ahora en tu memoria, el monte Aá, el Cornón de Peña Sagra, el mirador del Potro, la Virgen de la Luz y Santo Toribio nos preguntarán por ti. Yo no sabré qué decirles, lo mismo que tampoco tengo respuesta humana a tantos otros porqués, sobre todo al por qué no estás con nosotros. Solo en las noches de desvelo, incredulidad y amargura me aparece una luz en el hilito de la Fe cristiana, que como a ti, aún nos queda. Esta es la respuesta que mi fe me ha dado: El Señor, Nuestro Padre, llevaba largo tiempo buscando una gran pieza para completar su tablero de ajedrez. Le faltaba un buen alfil, el mejor, y al final lo encontró en ti, Marcelo. Aún así y todo, cuando amanece un nuevo día, nuestra fragilidad humana nos sigue preguntando, ¿Por qué no estás con nosotros, cuando tenías mil sueños y proyectos?

Como adultos tendremos que ir buscando respuestas y seguro que el tiempo nos ayudará. Pero necesito que me des una para mi nieto Alonso, que también lo era tuyo porque te quería igual que a mí, cuando me vea y me pregunte: \"¡Abuelo!, y... ¿Dónde está Marcelo?, ¿No viene hoy?\"

Querido cuñado, hermano y amigo, en nombre de toda la familia, quiero decirte que siempre estarás presente en nuestras vidas y que era tanto el amor que nos tenías que nuestro entendimiento humano no era capaz de comprender, sólo ahora con los ojos del alma lo hemos podido ver. Es por todo esto y por haberte tenido durante estos cuarenta años en que has sido uno de los nuestros, por lo que damos gracias a Dios Nuestro Padre.

Un abrazo.

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Marcelo Fernández-Bolaños Porras, Un Santanderino Más

Falleció el día 11-12-2009
en Cantabria


JOSE LUIS DE COS RIVERO

No, no has necesitado ningún acto protocolario para ser considerado como tal. Cordobés de nacimiento, madrileño de residencia y ya santanderino por consorte. Pero ha sido tu presencia en los veranos del Sardinero y las Navidades en familia durante cuatro décadas, los que te han hecho merecedor, al menos para mí, no sólo de esta mención, sino de la de hijo adoptivo y predilecto de esta ciudad y provincia.

Las paseabas y conocías mucho mejor que la mayoría de los que residimos todo el año. Ahora el paisaje y paisanaje te echarán en falta a las primeras de cambio. Tu bastón y sombrero de fieltro ya no se verán por el Paseo de Pereda y el Marítimo. Tu sombrero de \"panamá\" ya no se distinguirá en la segunda del Sardinero ni tu bicicleta holandesa por el carril bici de las Llamas y de Astillero a Ontaneda. Tampoco nuestras montañas y valles contemplarán tu vara de avellano y andar de gran ciudad.

Hace unos meses nos enterábamos de que tu gran corazón, lleno de generosidad, amor y cariño hacia los tuyos y a todos los que te rodeaban, tenía algún problemilla en sus pequeñas y delicadas estructuras. Como nos explicaba tu hermano Ricardo, necesitaba una cirugía preventiva y reparadora. Te tocó ese 2% que nadie pensábamos y mucho menos queríamos. Sólo tú y eso nos consuela, fuiste el único que no se enteró. Los demás, junto con tu esposa Isabel y tus hijos Marta y Marcelo, aquí nos quedamos con el mayor desconsuelo y amargura jamás vividos.

Si los cardiólogos te hubieran visto este verano hacer la ruta del Cares, el recorrido por las hoces y Camino Real, los largos paseos por el carril bici de las Llamas, hacer ida y vuelta nadando hasta el Chiqui o simplemente haciendo vida normal, hubieran dicho que la analítica estaba equivocada. Pero no, una vez más la medicina tenía razón.

Cuando el próximo verano, si Dios quiere, peregrinemos a Santo Toribio, como lo hacíamos contigo y ahora en tu memoria, el monte Aá, el Cornón de Peña Sagra, el mirador del Potro, la Virgen de la Luz y Santo Toribio nos preguntarán por ti. Yo no sabré qué decirles, lo mismo que tampoco tengo respuesta humana a tantos otros porqués, sobre todo al por qué no estás con nosotros. Solo en las noches de desvelo, incredulidad y amargura me aparece una luz en el hilito de la Fe cristiana, que como a ti, aún nos queda. Esta es la respuesta que mi fe me ha dado: El Señor, Nuestro Padre, llevaba largo tiempo buscando una gran pieza para completar su tablero de ajedrez. Le faltaba un buen alfil, el mejor, y al final lo encontró en ti, Marcelo. Aún así y todo, cuando amanece un nuevo día, nuestra fragilidad humana nos sigue preguntando, ¿Por qué no estás con nosotros, cuando tenías mil sueños y proyectos?

Como adultos tendremos que ir buscando respuestas y seguro que el tiempo nos ayudará. Pero necesito que me des una para mi nieto Alonso, que también lo era tuyo porque te quería igual que a mí, cuando me vea y me pregunte: \"¡Abuelo!, y... ¿Dónde está Marcelo?, ¿No viene hoy?\"

Querido cuñado, hermano y amigo, en nombre de toda la familia, quiero decirte que siempre estarás presente en nuestras vidas y que era tanto el amor que nos tenías que nuestro entendimiento humano no era capaz de comprender, sólo ahora con los ojos del alma lo hemos podido ver. Es por todo esto y por haberte tenido durante estos cuarenta años en que has sido uno de los nuestros, por lo que damos gracias a Dios Nuestro Padre.

Un abrazo.


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Esquelas-online-difuntos-fallecidos-rememori-velas a Marcelo Fernández-Bolaños Porras, Un Santanderino Más

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